> El Blog de Rubencho: junio 2017

La rebelión suprema


El supremo acto de rebeldía es contra lo que siempre habíamos considerado normal. La rutina. Lo cómodo. Contra la tiranía de nuestra inmovilidad. Nos resulta mucho más sencilla la existencia cuando todo es predecible, calculado. Cuando no hay ningún imprevisto u obstáculo que salvar. Es como pasar niveles en un videojuego sin quitar a un enemigo de nuestro paso. Da la ilusión de que avanzamos rápido, pero no obtenemos nada, ninguna recompensa. No aprendemos. No evolucionamos.
Todos hemos querido rebelarnos ante nuestros opresores, llamémoslos como queramos. Gobiernos, padres, profesores, jefes, parejas, hijos. Pero siento que, la primera rebelión, la crucial, ocurre en nuestro interior. Es aquella que nos incita a tumbar los muros de nuestra indiferencia por comodidad y el miedo a lo desconocido. La libertad es temible, porque deja todo el destino en nuestras manos. Solos e ignorantes ante un poder delicado e infinito.
¿Cómo rebelarnos ante una tiranía a quienes le aceptamos sus verdades y lenguaje solo por la flojera de cuestionar lo que nos dicen? ¿Cómo romper la cadena de la dependencia emocional con quienes nos prefieren mansos y obedientes a cambio de una ocasional palmada en la espalda? ¿Cómo dejar de ir a un trabajo que odiamos pero que es la única manera segura que conocemos de ganar dinero? ¿Cómo dejamos de enredarnos con quien nos da placer a cambio de nuestra felicidad?
La rebelión suprema va más allá de ponernos una capucha y armarnos de piedras, borrar números telefónicos, meter recuerdos inútiles en una bolsa de basura o meter una carta de renuncia. La primera rebelión es contra nuestra zona de seguridad, nuestro espacio de confort, ese que se siente como un colchón con un resorte salido pero que aceptamos porque es el único que tenemos. No nos engañemos pretendiendo tapar nuestras grietas emocionales que permiten la existencia de los tiranos con soluciones temporales y externas. Los gobiernos tiránicos llegan por las enormes fallas humanas de sus ciudadanos, de la misma manera como llegan parejas y jefes abusivos. Porque no nos queremos ni respetamos lo suficiente ni lo necesario en momentos dados. Culpamos al exterior cuando la mayor parte de la responsabilidad del abuso sostenido, es nuestra.
El primer cuestionamiento debe ser a nuestras creencias, a nuestra rutina, a lo que creemos que está bien. A revisar una a una las fallas de nuestro sistema como quien revisa los planos de la Estrella de la Muerte. Buscando los puntos ciegos de nuestra mente, de nuestra moral, de nuestra humanidad. Para que nunca nos permitamos doblar las rodillas ni bajar la cabeza como súbditos, primero de nuestras debilidades, y luego de quienes gozan de ellas.

¡Hey! ¿pa' dónde nos llevan?


No hay nada más extremo que cuando agarras un taxi, estando urgido y ves que al tipo se le ocurre meterse por los callejones más recónditos, desconocidos y desolados de la ciudad para cortar camino. Uno comienza a estudiar la manera de pasarle un mensaje de texto a alguien, o llamar la atención de un carro vecino, o anotar la placa del carro en la mano para que al menos agarren rápido al que escondió nuestros cadáveres en el monte. Como con resignación uno pregunta, a riesgo de desencadenar lo inevitable ¿señor, pa' donde nos estamos metiendo?
¿A dónde vamos? Pregunto yo con todo mi derecho. Si me pides que me sume a un camino, quiero saber cuál es el destino. No soy un borrego, ni ganado, y a regañadientes asumo que soy parte de una masa irracional. Lo lamento, chavez no vive en mi, el se murió.
Quiero saber qué implica este camino. Quiero, exijo, claridad en las ideas. ¿Qué sucederá si ganamos? ¿Cómo serían los primeros 100 días de una nueva era? ¿Seguiremos tomando como bandera solo lo que los enemigos de la democracia y la libertad pongan en agenda? ¿En serio seguiremos siendo tan débiles en el discurso? Pana, aquí tenemos que definirnos porque ya la gente no sabe si reírse en las fotos, o si tendrán las bendiciones de ilustres desconocidos que nos condenan por marchar o no marchar, comer o no comer, trabajar o no trabajar. Está próximo el día en que tirar en medio de una jornada de protesta, tendrá que ser sometido a referendum en asamblea con los vecinos chismosos de mi cuadra.
Ya no quiero que sigamos por las ramas, aterricemos, vamos a hablarnos claro. ¿Qué vamos a hacer con los "disidentes"? ¿Marcos Rodríguez Torres iría a juicio?, ¿qué haremos con el gentío no calificado que trabaja en PDVSA, CANTV, SIDOR y cuanto organismo público existe?, ¿y el control de cambio? ¿y el poder infinito de los militares? ¿y la Constitución? Porque si a mi me ponen en el discurso que hay que defender "el legado", me tendrán en la primera fila de la oposición. La Constituyente podrá ser un fraude, pero la actual Constitución es un bodrio que merece quedar en el olvido. Y no, no acepto que me salgan con aquello de que "después vemos y resolvemos, porque no estamos cuadrando una partida de dominó y haciendo la vaca para la guarapita. Estamos hablando de darle un sentido a este país y que se me quite la sensación de que nos sale más barato rematarlo en MercadoLibre o en OLX. 
Siento que este país quieren remendarlo como cuando, siendo niño, se me ocurrió pegar bloques de Lego con pega blanca, esa la del elefante, solo para que nadie pudiera desarmar mis majestuosas obras de la arquitectura preescolar. Y eso es trágico. ¿Vamos ganando? Tal vez, pero haganse la idea de que si vamos arriba es por apenas un gol, el partido es organizado por la FVF, con todo y árbitro, y somos un equipo pequeño. Así que no es para alegrarnos tan temprano.
Definamos la ruta, comuniquémosla, seamos parte de una sola consigna propia, nuestra, nacida del deseo de ver el país donde queremos vivir y no según las circunstancias que nos imponen los rojos. Mucha gente no ha querido sumarse a las movilizaciones porque nadie se ha parado a explicarles con qué fin se hacen. Y yo, muchas veces, estoy en ese grupo de desconcertados. Es como cuando no sabes qué se puso a bailar tu pareja en la hora loca y optas por la paralización mientras descifras la magnitud del descontrol. Así de importante es poner los puntos sobre la íes.
Pongamos orden en el discurso. Dejemos de estar guabineando.

Arte en tiempos de crisis


Dicen por ahí que en los tiempos de crisis, es donde se demuestra quién lleva la verdadera chispa creativa. Muchas invenciones de gran éxito comercial fueron lanzadas en la época de la Gran Depresión que azotó a EEUU en los años 30, tales como el nailon, el zippo, las galletas con chispas de chocolate,el juego de Monopolio, entre otros. Igualmente no dejaron de aparecer artistas, cantantes o pintores.
En Venezuela hemos estado en crisis desde hace doscientos años. Pasamos por algunos periodos de bonanza económica, pero que no terminaron de posicionarnos en la vía al desarrollo.
Siento que a nivel artístico, este asunto ha afectado la producción. No importa cuánto nos jactamos de que nuestro gentilicio es el más ingenioso o creativo para los chistes, o porque producimos memes a una velocidad asombrosa. Hablamos de creaciones más allá de fenómenos digitales y su divulgación.
La creadora de la pintura que ilustra mi primer libro es una gran amiga, y hace muchos meses que no consigue óleo, guache, acuarela, pinceles ni lienzos. Y cuando los consigue es a precios exorbitantes. Hasta hace unos años era común ver adolescentes con guitarras, violines y cuatros en los colegios, practicando en la hora del recreo algunas notas, ya sea para mejorar su técnica o como reforzamiento de las feromonas juveniles, tal como se hacía en mi liceo, pero eso es otra historia. Ahora, apenas vemos algunos practicantes en las calles, con el peligro que les roben el instrumento, o a algún vergonzoso militar se le ocurra romperselo. 
Ni hablar de los que escribimos. Yo tuve que publicar mis dos libros en la plataforma de Amazon porque no hay nadie que me patrocine, ni papel para imprimir. Las editoriales, comprensiblemente, apuestan por lo seguro para generar ganancias. Porque, después de todo, del arte no se vive, a menos que sea negocio. Y nadie quiere perder en su negocio. Hay mucha gente escribendo, documentando, expresando, requemando, pero ya no a través de libro hechos en Venezuela por venezolanos, sino a través de Facebook, Instagram, Twitter y Blogs, aún contando con el peor servicio de internet de toda latinoamérica y uno de los peores del mundo. El legado de chavez.
En cuanto a tecnología, ni hablar. En Noruega, seguramente hay alguien inventando un nuevo sistema de limpieza automática de la grama de los parques o en combustible en base a cotufas desechadas del cine, mientras nosotros debemos inventar métodos para olvidarnos de lo horrible que es tragarse una arepa hecha con masa de yuca o cómo sentarnos en la cola del supermercado para que quedemos bronceados de forma pareja.
¿Quién puede estar pensando en nuevas tendencias literarias y pictóricas con el estómago vacío? ¿Cómo se piensa en solucionar problemas cotidianos  con el estrés de no saber qué comeremos mañana? ¿Cómo se crean canciones si tenemos la incertidumbre de llegar a casa o tener la angustia de que en cualquier momento nos llamen con malas noticias?
Ciertamente, hay productores artísticos, muchos condicionados a subsidios gubernamentales, condicionados a que hablen bien del gobierno o miren para otro lado mientras el país se cae a pedazos. Aunque cada vez hay menos dinero para eso y hasta cantantes emblemáticos del grupo gobiernero, se hayan ido del país (Caso Dame pa' matala). Y también los hay, quienes se mantienen firmes en sus principios e ideas sociales. Pero no es masivo. No se difunde en masa, se nos muere el arte entre lacrimógenas, hambre, falta de medicinas y desempleo.
El arte en crisis es exótico, raro y más excéntrico de lo que normalmente es. Pero sigue aliviando nuestros pesares con letras, colores, formas y notas.

No somos ucranianos


Las comparaciones son odiosas. De niño me sacaba la piedra que me dijeran: ¿por qué no puedes ser como fulano que es bueno en matemáticas? Y de adulto también. He dejado de salir con mujeres por haberlo hecho. Roja directa y a las duchas. 
La crisis venezolana y las alternativas para arreglar esta hecatombe social, nos lleva a buscar modelos heroicos y épicos. A los venezolanos nos encanta eso. Un superhéroe, un caudillo, un solo acto de estoicismo y entrega para liquidar la partida, cualquier cosa que resuelva esto ya.
Uno de esos modelos que inundaron nuestras redes sociales desde 2014, es el de los sucesos en el Maidán o Euromaidán en Ucrania. En medio de las protestas de aquel año en nuestro país, veíamos con asombro y admiración aquellas enormes barricadas, calles de Kiev en llamas y a Vitali Klitschko erigiéndose como el gran héroe que mostraban algunos medios como CNN. No tardaron en llegar esas benditas comparaciones entre gochos, valencianos, caraqueños y ucranianos. Por impulso, ignorancia, desespero, frustración o la razón que usted más le guste, comparamos y queremos que esa épica que nos transmitieron desde las redes sociales, se traspolase a nuestro trópico. Pero una vez más, vivimos de ilusiones.
Tuve la oportunidad de ver el documental "Winter on Fire", producido por Netflix, donde nos narran los acontecimientos que tuvieron lugar en Kiev entre el otoño de 2013 y la primavera de 2014. Las diferencias con Venezuela saltan a la vista, incluso, desde mi limitado alcance analítico sobre la sociedad ucraniana. No, no hay comparación. Winter on Fire no puede ser usado como ejemplo para Venezuela. Salvo contados detalles como la solidaridad, el coraje y la unificación de criterios entre la gente, el desarrollo de los acontecimientos previos y posteriores, no nos puede relacionar con ellos.
En el documental, vi algunos aspectos resultantes que enumero a continuación y los contrapongo a nuestro espectro histórico - social:
La sociedad ucraniana viene de un pasado cercano relacionado con guerras y luchas internas desde su independencia en los años noventas. Nosotros, afortunadamente, dejamos esa lucha armada muy atrás.
Estaban muy influenciados, económica e ideológicamente por Rusia en el ámbito político. Quizá se pueda decir que Rusia era a Ucrania lo que es Cuba a Venezuela. Pero con la gran diferencia de que Cuba no ha aportado ni un centavo al desarrollo de Venezuela. Su importancia se ha basado únicamente en establecer estrategias de manipulación para mantener a la élite chavista en el poder.
Basaron su lucha en dos mensajes muy claros y contundentes que calaron inmediatamente en los ciudadanos: La incorporación de Ucrania a la Unión Europea y la renuncia del presidente Viktor Yanukóvich. En Venezuela no tenemos eso y a mi parecer es un grave error que cometemos. Necesitamos un mensaje concreto que sea tangible en la gente, como lo he expresado anteriormente. Pasamos de pedir referendum, a pedir elecciones, a pedir restitución del hilo constitucional, a pedir no más represión, y hoy, a protestar contra el fraude constituyente. Cambiamos de libreto como cambian los DT del fútbol venezolano. Sin ton ni son, bailando al son que toquen desde la agenda que imponga el gobierno con ideas abstractas que necesitan miles de entrevistas, tweets y videos para explicarlas. El mensaje debe ser único, y mantenerlo en el tiempo, independientemente de lo que impongan desde el poder. En mi opinión: Renuncia y fin del socialismo. Y ya.
En los sucesos del Maidán se impuso la antipolítica. Hubo un desconocimiento radical hacia los partidos y sus líderes debido a sus posturas guabinosas. En Venezuela, para bien o para mal, la protesta sigue liderada por ellos. Algo positivo, tomando en cuenta la crisis política que persiste en Ucrania tres años después. Y que debe continuar, porque esto evitará la llegada de otro mesías bolivariano antisistema como ocurrió en nuestro patio en 1998. Se deben fortalecer los partidos y sus liderazgos deben aumentar la empatía y la conexión con el venezolano común, más allá de las oficinas, para que los cambios políticos sean perdurables en el tiempo.
Debemos vivir y desarrollar nuestro propio proceso. Los cambios necesarios pasan por la madurez del ciudadano. Y eso está ligado a la educación y la cultura que exijamos a quienes aspiran al poder. La política es sucia, solamente si los ciudadanos lo permiten y escogen como líderes a quienes, en secreto, conectan con los instintos más primitivos y bajos de las masas. Al final, el futuro siempre estuvo y estará en nuestras manos.