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¿De qué hablamos los inmigrantes?


Hace unos días rectifiqué sobre lo que dije, que al emigrar cambiamos unos problemas por otros. Sigo creyendo que eso no es del todo cierto. En realidad seguimos llevando a cuestas muchos asuntos por resolver en nuestros países de origen. Y esa realidad también cambió. Ahora llevamos asuntos de otros países donde quizás nunca hemos ido pero tenemos familiares y amigos allí. Por ejemplo, yo nunca he visitado Perú, Ecuador, Argentina o Chile pero ya tengo algunas nociones sobre tasas cambiarias, leyes migratorias y tendencias políticas en auge. Entonces el terruño no era importante para mí. El Salto Ángel, las playas, y todo eso me resultan irrelevantes porque mi foco eran los seres con quienes compartía. Y al no estar ellos allí tampoco, pues todo para mi, queda claro.

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Nuestros problemas son muy particulares y hacen que nos enfoquemos en otras cosas. Incluso si el bombardeo informativo en nuestros nuevos hogares se empeña en hacernos ver otros temas.
Si te vas a Europa, lo normal es el debate social sobre feminismo, reconocimiento de derechos civiles a LGBTI, medio ambiente, inmigración musulmana y africana, el coqueteo con la izquierda o derecha extremas, los realities faranduleros, fronteras, subidas o bajadas del Euro y la hegemonía rusa, entre otros. 
Si te fuiste a EEUU, la conversación gira en torno a los impuestos, Trump, inmigrantes ilegales, Trump, feminismo, Trump, las multinacionales de comunicación, Trump, entre otros Trumps.
Los que se fueron al sur de América lo que oyen es sobre subida y bajada del dólar, déficit fiscal y populismo.

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Nosotros venimos de hablar sobre buscar comida y medicamentos, las colas inmensas e interminables para conseguirlos, el apartheid político que implanta el chavismo como parte de la receta marxista, que fulanito se murió porque no consiguió el tratamiento, que el policía o el militar anda amenazando a la familia y hay que pagarles vacunas, los malandros que mataron a nuestros conocidos, amigos, familiares y parejas, que los chavistas andan viendo donde más joder al que no han jodido, o qué medida soviética implantan para cerrar cualquier ventana a la libre expresión y protesta. Entre otros. Sacando por supuesto el tema de las propuestas opositoras en todas sus tendencias que a esta hora están totalmente paralizadas, por lo que se convirtieron en irrelevantes.
Sí, venimos de ser jodidos horriblemente por la izquierda. Por el marxismo en su empaque  mercadeado exclusivamente para latinoamérica: Caudillismo, populismo, ser rico es malo, el empresariado y los comerciantes te explotan mientras "Solo el caudillo salva", ser pobre es ser honesto, digno e inocente, la verborrea ecologista mientras acaban con el Amazonas y el acceso al agua potable depende de camiones cisternas, y otros cuentos que tu y yo conocemos.
No es que seamos indolentes ante todos esos temas que se hablan en nuestros nuevos destinos. Es que estamos contaminados y traumados (eso se lee muy dramático, lo sé) por cosas que subjetivamente nos parecen más graves.

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Que se entienda que no haré activismo ecologista, feminista ni pro LGBTI, ni pro nada cuando sus discursos y voceros se ponen sus franelas del Ché, nos hablan de "igualdad a juro", limitaciones a la producción, eliminación del libre mercado, creación y posterior reparto arbitrario de la riqueza (de los demás por supuesto) o se toman fotos con personajes que vimos llegando por la rampa 4 de Maiquetía para tomarse su gran foto sonrientes y prósperos con chavez y maduro, vendiéndose como antisistema, siendo cómplices del sistema con mayor cantidad de asesinatos y producción de pobreza de la historia: El marxista en todas sus vertientes.
Aunque luego siempre tengan a "su vieja confiable" cuando todo se derrumbe: Es que eso no era verdadero socialismo.
Aguantar, respirar calmadamente, contar hasta diez para evitar que e puño se vaya directo a la jeta de quien suele decir esto, ya es un mantra. Uno es civilizado y hay que controlar los impulsos. Orden y decoro.
No, y no voy a disculparme. No puedo tragarme esa vaina. El empaque es distinto pero el contenido lo conozco. Tengo 20 años viendo a mi país ahogado y enfermo con eso.

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No es indolencia nuestra. No es que no nos importen esas luchas. Algunas me parecen justas, otras no. Es que ya esa historia la conocemos. O estamos pensando en otras cosas. Nos preocupan más las mujeres que mueren en los hospitales, el nulo acceso a los anticonceptivos o productos de higiene personal, así como que sean usadas como moneda de canje entre delincuentes, policías y militares, las son presas políticas, las que han sido asesinadas por salir a protestar contra el gobierno, que una propuesta a la RAE para que se cambien los artículos y adjetivos universales porque son "machistas", algo con lo que, dicho sea de paso, no concuerdo. 
Nos preocupa más ver como nuestros familiares se ven cada vez más delgados la enorme dificultad para conseguir un pasaporte y lograr sacar a un ser querido de Venezuela, con lo que le estaríamos robando una vida al chavismo y al marxismo, que la cantidad de africanos llegando a las costas de Europa.

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No puedes convencerme sobre la maldad de los alimentos transgénicos (cosa que no me parece fundamentada y de la que hablaré más adelante) y las multinacionales, cuando vi como la agricultura de mi país fue arrasada bajo esta bandera para luego favorecer a mafias exportadoras y que ejercen el control social por medio del hambre.
Nos devanamos el coco pensando en cómo evitar ser deportados, sacar nuestros papeles de residencia legalmente y conseguir un trabajo que nos alcance para vivir en un nivel insoñable en comparación con Venezuela que. ¡NO!. NO SOMOS INDOLENTES. NO es que nuestro mundo se hizo minúsculo. Es que tenemos la cabeza en otra cosa. Es un asunto empático.
Como cualquier ser humano nos afectará más lo que tengamos en las narices y no la bajada de precios del maní en Timbuktú.
Nos encantaría tener más espacio en la cabeza para pensar en internet libre, protección animal, aborto, matrimonio LGBTI, derechos garantizados para hombres y mujeres por igual y esas cosas que inspiran y que suceden en Islandia, Noruega o Suiza (que no, no son socialistas. Ni de vaina).
Esas luchas de las que no me siento incluido por andar en otras, no son triviales. No me ofenden. No buscaré censurarlos porque creo en un mundo libre que no existe en los países que esta gente que no comprende nuestra lucha, idealizan sin ninguna base histórica (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Corea del Norte, Rusia, Irán). Quizás coincidamos en otras cosas, o en otros rumbos. 
Eso no quita que queremos participar. Queremos integrarnos. Queremos aportar. Queremos que nuestros nuevos hogares se mantengan así o sean mejores. Pero lo haremos desde nuestra experiencia. En los puntos que más nos duelen. Y en nuestros términos.