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Perdonar, sumar y olvidar ¿Una fórmula suicida o la correcta?

José Clemente Orozco. La Katharsis. 1934.


"¿De cuándo a acá ser humilde autoriza a faltar a la Ley? No quiero el voto del que falta a la Ley, sea motorizado o no. Ni quiero el voto de flojos, de holgazanes ni de vivos. Se los regalo a los partidos políticos”.

Renny Ottolina

El cambio. Bendita palabra que suena como un tótem al cual nos aferramos en libros de autoayuda, terapias, opiniones y campañas por algún cargo público.
Uno siempre puede cambiar. De pareja, de familia, profesión, opinión, equipo de fútbol o beisbol y de lo que sea. Porque todo cambia en esta vida. Siempre.
Todos aspiramos a cambios positivos. Todos queremos un cambio real para Venezuela. El asunto está en qué debemos dar para lograrlo.

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Mucho se ha hablado sobre los chavistas que emigran, que si tienen derecho o no. También de los chavistas que ahora son críticos de nicolás y su mafia. ¿Debemos aceptar su incorporación a la lucha por la democracia? De eso, específicamente es que quiero hablar hoy.
A mí, honestamente me da igual si los que en algún momento fueron chavistas quieren emigrar. Mejor dicho, me parece muy bien y ojalá les sirva para cambiar de opinión. No voy a apelar a la idea de la pureza ideológica porque hay mucha gente que tiene un importante pasado apoyando al chavismo desde sus tribunas, como empresarios, figuras del deporte, actores, cantantes, periodistas, dueños de medio de comunicación, opinadores, entre otros, que siguen siendo aplaudidos dentro de todos los sectores opositores. 
Ya lo dije una vez, al parecer el dinero y la fama son un buen argumento para aceptar y olvidar un salto de talanquera. Yo los acepto por lo que son, seres humanos cambiantes (por las razones que sean) como lo somos todos. En Venezuela no existe pureza ideológica, ni siquiera por no haber votado nunca por el chavismo. Esa es una tontería.


Por el contrario, quiero que cada vez sean más. Que aprendan el concepto de verdaderas libertades ciudadanas como la de expresión y la de mercado. La vida es aprendizaje y todos hemos tenido que, alguna vez, rectificar nuestras opiniones.
Algo muy distinto son los chavistas que emigran para promover esta mafia dentro de los países donde llegan y hasta se dan el lujo de querer hacer valer su prepotencia y malandraje entre los demás venezolanos. así como los que van a hacer campañas para alentar la xenofobia como el famoso caso de la chica de la arepa en el transmilenio de Bogotá, que luego resultó ser activista del PSUV. Esos sí son execrables.
Una cosa es aceptar a los primeros. Otra cosa es dar la bienvenida a este lado a quienes ostentaron poder suficiente para desgraciar vidas, como los casos concretos de luisa ortega díaz, marcos rodríguez torres y gabriela ramirez (minúsculas intencionales), así como militares, jueces, policías y demás ejecutores de abusos contra la población. Hay quienes se escudan en la tesis de que estos ayudarían a alentar un levantamiento armados dentro de la FAN. De verdad, no se puede ser más iluso. Esos personajes, hasta hoy, no han mostrado ni una sola prueba contra el poder al que sirvieron (o sirven) y no creo que lo hagan.


Uno siempre decide a sus compañeros de camino. Y esa decisión dice mucho del tipo de persona que eres. Si tienes amigos malandros, violadores y asesinos, lo más seguro es que o seas. Y si no lo eres, probablemente quieras serlo. Los iguales siempre se atraen.
¿Será que en Venezuela la gente que quiere un progreso serio y libre, son tan pocos que se necesita sumar a ese tipo de gente para vender una idea de mayoría?
Yo me niego a construir un país con gente que debería estar presa por delitos de lesa humanidad. No quiero que el olvido de los agravios sea una obligación. Ya serán bastantes los que se irán sin pagar, pero no quiero facilitarles las cosas. Esa no es la sociedad que quiero construir porque no es una sociedad con justicia y que, con el paso del tiempo, solo nos dejará espacio para la venganza, la violencia y la ley para unos pocos.
Que cada quien que pague su cuenta.