> El Blog de Rubencho: mayo 2017

¿Respeto? ¿Tolerancia?


No toda opinión es respetable y no toda posición merece tolerancia. Sé que estamos en tiempos donde lo políticamente correcto, aunque sea absurdo, es la norma a seguir a la hora de fijar posición, lo que ha hecho que mucho material de opinión que solía publicarse, sea cada vez más raro de encontrar. De tanto buscar quedar bien con todos, no terminan por gustarle a nadie. Es el precio de ser tibio.
¿Por qué debería respetar toda opinión? No todas son aceptables ni respetables. Si alguien viene y me dice que en su opinión, las personas no deberían quejarse de que te discriminen por tu color de piel o religión, ¿debo agachar la cabeza y decir "respeto tu opinión pero no la comparto"? Pues no, ni lo respeto ni lo comparto. Así como tampoco puedo respetar a quien considere que saquear está bien o que no importa si robas un hospital de niños, siempre y cuando no se mueran tantos y nadie te vea. No quiero ser educado con opiniones que causen daño a la gente.
Tampoco se puede practicar la tolerancia absoluta. Yo puedo tolerar que unos santeros hagan sus rituales en su casa. Puedo tolerar la conducta sexual de mis compañeros de trabajo. Puedo tolerar que mis familiares tengan posiciones política distintas a las mías. Se puede tolerar pero no todo. No hay nada absoluto en estos temas y más cuando se pueden tocar los límites del respeto a la integridad ajena.
En la década pasada, los pedófilos y neonazis de Suecia intentaron acogerse en la Ley de la Libertad de Expresión para justificar la pornografía infantil y la violencia racial. Obviamente fue rechazado y sirvió para exponer a algunos de ellos. Por cosas del sistema judicial, el asunto derivó en que se condenase la práctica, la acción, y no la opinión. Es decir, se puede ser admirador de todas las ideas del Tercer Reich, pero sin que eso llegue a agresión física o verbal a un tercero. ¿Pero cómo puedo yo llegar a sentir respeto por estas personas? Simplemente no puedo, me dan nauseas, solo quiero verlos encerrados por el resto de sus vidas por traer tanto odio y maldad a este mundo. Sé que hay males peores. Sé que hay gente que hace cosas mucho peores. 
Pero vamos, eso de la tolerancia me sigue pareciendo una palabra muy bonita pero sumamente engañosa. ¿Qué hacer entonces con las posiciones que ponen en riesgo a la propia libertad de expresión, la vida, la salud y los derechos humanos en general? Aquí tendríamos que revisar casos de culturas como la de Arabia Saudita, donde cualquier ateo puede ser condenado a muerte y las mujeres pueden ser maltratadas, ocultadas y asesinadas libremente por sus maridos? ¿es correcto tolerar eso? ¿o solo podemos penalizarlo si ocurre dentro de nuestras fronteras occidentales? ¿lo respetamos y no lo compartimos para seguir siendo políticamente correctos? ¿debo respetar que se hagan estatuas a tiranos? ¿esos mismos tiranos tolerarán si me orino en ellas y les hago un decorado con spray como símbolo de protesta?
Como ves, aunque te suene duro, la tolerancia y el respeto no son absolutos. Puedes respetar y tolerar la mayoría de las opiniones y conductas ajenas pero no todas.  Llegaríamos a ser una sociedad sumisa y con grave dificultades de convivencia y respeto al bien común.

¿A qué llamas Revolución?


¿A qué llamas Revolución? 
¿A mantener un país enjaulado?
¿Que por "dignidad" mueran de hambre tus hermanos?
¿A decirnos soberanos estando presos?
¿A que manden los verdes con sobrepeso?
¿O a rebelarnos contra caudillos malvados?
¿O a querer la libertades para todo ser humano?
¿Va primero la pose que la verdad?
¿Sabes cuánto cuesta nuestra Libertad?
¿O defiendes tiranos mientras tomas tu café?
¿Es la Revolución un mísero cliché?

Rubén Villegas                                                                         

Sexo y amor inmigrante


Una de las cosas que más afectan al inmigrante es la soledad. Se piensa muy poco en eso antes de emprender el viaje, pero una vez en el país de destino, se comienza a asimilar que visitar a la familia o amigos no es tan fácil como tomar un taxi, un bus o el metro. Por puro instinto se busca con quien compartir nuestras inquietudes y experiencias, alguien que sienta auténtica empatía con nosotros y es algo que se nos es difícil lograr con los nacionales, por desconfianza mutua, o que simplemente sentimos que no van a entendernos.
En los asuntos amorosos está la diatriba de no saber si la relación amorosa que se deja en el país de origen, sobrevivirá a la distancia. En muchos casos no se sabe cuándo volverán a verse. No sabemos si hay acuerdos para satisfacer necesidades sexuales ¿y si la cosa se complica y nos comienza a gustar alguien más? Es complicado, cada pareja es un mundo distinto y no todas aguantan la ausencia de contacto. Lamentablemente no hay aplicación de mensajería que envíe calor, olor o fluidos corporales.
Somos seres sociales, necesitamos compañía, es nuestra naturaleza. Los ermitaños son muy pocos en el planeta por esa razón. ¿A quién buscamos como compañía cuando emigramos? Pues con quien conectemos empáticamente y los venezolanos somos muy selectivos en este aspecto. Por eso es que la mayoría buscamos enamorarnos, juntarnos o aparearnos con nuestros compatriotas. Sentimos que son los únicos que puede entendernos. Sí, yo se que tienes una amiga que se arrejuntó con un inglés, tu cuñada se casó con un gringo y un primo que se empató con una española, pero no es lo común, no sucede para la mayoría y lo sabes. Incluso me arriesgaría a decir que nuestra segunda tendencia a la hora de buscar pareja en el exterior serían colombian@s, con los cuales compartimos una herencia histórica y cultural, lo cual afianza mi punto.
En lo sexual, nos sentimos más cómodos con quienes comparten nuestros intereses, los que hayan vivido experiencias similares a la nuestra, que compartan nuestros miedos y prejuicios. La sexualidad europea es mucho más abierta que la venezolana y latinoamericana en general, por citar un caso, y a su vez somos un poco más abiertos que los panameños y dominicanos sobre este tema. En el Caribe tenemos abundantes tabúes sexuales que en otras latitudes fueron dejados atrás hace décadas. Y eso no está ni bien ni mal para ninguno. Somos así y punto, cada quien con sus creencias. De todos modos uno no es buen ni mal polvo para todo el mundo. A alguien le vas a encantar y hasta te va a aplaudir, mientras otros te recordarán con un bostezo. Todo depende de lo que busques y lo que le guste a cada quien y en eso, el catálogo es infinito.

Preguntas al futuro


¿Qué les diremos a nuestros hijos sobre estos tiempos? 
¿Qué les enseñarán en la escuela sobro lo que nos tocó vivir?
¿Sabrán por qué se le cambió el nombre a plazas, escuelas y calles?
¿Cómo me sentiré al contarles el por qué hay lugares que llevan el nombre de chamos menores de veinticinco años?
¿Qué nombre le darán a los días finales?
¿Habrá algún pacto o transición del que se manden a hacer monografías?
¿De cuántas cosas que ya ocurrieron y que desconocemos, nos enteraremos en cinco años?
¿Qué nombres tendrán las películas y documentales que se harán sobre estos días?
¿Habremos perdonado nuestros errores? 
¿Aprendimos a vivir sin señalar a los que luchan y viven de formas distintas a la nuestra o tendremos nuevas excusas para la división?
¿Cuánto durarán los juicios?
¿Se sabrá por qué algunos nunca fueron a los tribunales?
¿Qué fue lo que revivió la esperanza?
¿Quienes cantarán las canciones que hablarán de estos años?
¿Cuánto tiempo pasó para que la gente viera con respeto y admiración a policías?
¿Fue devuelto el dinero que se robaron?
¿Es cierto que hay grupos clandestinos de búsqueda de los culpables prófugos?
¿Se acabó el control de cambio?
¿Es delito que los militares ejerzan funciones de administración pública y sean dueños de empresas y comercios?
¿Es cierto que la bandera de Venezuela ahora es símbolo de rebeldía en el mundo para los inconformes?
¿Cuántos venezolanos regresaron?
¿Qué hicieron con el presupuesto que era para los militares?
¿Quién es ese del graffiti gigante con un casco, una franela en la cara y una piedra en la mano?
¿Volvimos a confiar en nuestros vecinos?
¿Ya dejamos de clasificar a nuestros amigos por sus creencias políticas?
¿Dónde está mi familia?
¿Vivimos en paz?
¿Aún puedo verlas y hablar con ellas?
¿Volvimos a sonreír en masa?
¿Estoy vivo para ver lo que tienes?
¿Sobrevivimos?